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¿Por qué elegir running?

  • Foto del escritor: OSCAR PORTALES
    OSCAR PORTALES
  • 14 oct
  • 3 Min. de lectura

Con el paso de los años, el cuerpo comienza a hablar con un lenguaje distinto. A veces lo hace con una leve rigidez al despertar o con una sensación de fatiga que antes no existía. La madurez trae consigo una nueva conciencia del cuerpo y una necesidad más clara de cuidarlo.


No se trata solo de mantener una buena figura, sino de preservar la salud, la movilidad y la vitalidad que permiten disfrutar plenamente de cada día. En esta etapa de la vida, el movimiento deja de ser una obligación para convertirse en una forma de bienestar.


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Entre las distintas actividades físicas, el running destaca por su capacidad de renovar el organismo de una manera integral. No es solo un ejercicio para el corazón, sino una práctica que beneficia todos los sistemas del cuerpo.


Al correr, la circulación mejora, el corazón se fortalece y la presión arterial tiende a estabilizarse. El flujo sanguíneo aumenta y con él llega más oxígeno a cada célula, lo que revitaliza los tejidos y mantiene activo el metabolismo. Esa activación constante ayuda a controlar el peso, a reducir el colesterol y a prevenir la diabetes, tres aspectos fundamentales para cuidar la salud en la madurez.


El impacto moderado del running estimula la formación de nuevo tejido óseo, un efecto que no se logra con la misma intensidad en otras disciplinas. Esto resulta clave para prevenir la osteoporosis y mantener huesos fuertes y resistentes. A la vez, los músculos de las piernas y el tronco ganan firmeza, mejoran el equilibrio y la coordinación, y el cuerpo se vuelve más ágil y seguro. Quien corre no solo mejora su capacidad física, también fortalece su independencia y su confianza en el propio movimiento.


Las ventajas del running van más allá de lo físico. Correr despeja la mente, libera tensiones y genera una sensación de calma que pocas actividades igualan. Las sustancias que el cuerpo libera durante la carrera, como las endorfinas y la serotonina, actúan como un antídoto natural contra la tristeza, el estrés y la ansiedad. Esa química del bienestar deja una huella duradera, mejorando la concentración, la memoria y la calidad del sueño. No es casual que muchos corredores digan que sus mejores pensamientos surgen mientras corren.


Es cierto que el yoga, el pilates o la natación, por ejemplo, ofrecen beneficios valiosos. El yoga aporta flexibilidad y equilibrio emocional, el pilates fortalece la postura y la musculatura profunda, y la natación suaviza el trabajo del cuerpo sin impacto. Pero el running va un paso más allá. Su combinación de esfuerzo cardiovascular, fortalecimiento muscular y estímulo óseo genera un efecto completo que otras disciplinas no alcanzan con la misma fuerza.


Correr activa al organismo en su conjunto y desencadena una respuesta de rejuvenecimiento que se traduce en más energía, mejor circulación y una mente más despejada.


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Adoptar el running en la madurez no significa lanzarse a largas distancias ni a ritmos agotadores. Lo ideal es empezar poco a poco, alternando caminata y trote, respetando los tiempos de descanso y prestando atención a las señales del cuerpo. Un chequeo médico previo y un calzado adecuado son suficientes para comenzar de manera segura. Con el tiempo, la mejora se siente no solo en el cuerpo, sino también en el ánimo, en la manera de respirar, en la postura y hasta en la forma de enfrentar la vida cotidiana.


El running no promete juventud eterna, pero ofrece algo aún más valioso. Da energía para disfrutar cada etapa, lucidez para mantener una mente despierta y fortaleza para seguir adelante con entusiasmo. Es un recordatorio de que el cuerpo, incluso con los años, sigue siendo una fuente de poder y de vida. Correr es reencontrarse con esa fuerza interior que el tiempo no apaga, solo espera que la despiertes. Y el primer paso, siempre, está al alcance de cualquiera que decida darlo.


 
 
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