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Coaching y organizaciones.

OSCAR PORTALES

Actualmente, estamos inmersos en un periodo en el que las empresas comienzan a ver necesario un cambio cultural, el crecimiento de una cultura emergente que ofrezca un alto rendimiento a la vez que un nivel más elevado de responsabilidad social. Hoy en día, es necesario conseguir que las empresas tengan éxito estando además su funcionamiento en armonía con el planeta. Es posible que las empresas y personas que no cambien su manera de hacer en este sentido, no sobrevivan en unos mercados inestables, facturados y saturados como los actuales.



El coaching, por su parte, se ha convertido en un recurso óptimo como método facilitador de este cambio, creando las condiciones adecuadas tanto para lograr un alto rendimiento en las empresas como para aumentar la responsabilidad social de las mismas. Las compañías se han dado cuenta de que si pretenden una mejora del rendimiento real,  sus líderes deben adoptar un estilo de liderazgo basado en el coaching, el estilo de liderazgo de una cultura transformadora, clave para el éxito de cualquier organización.


Los líderes actuales liderarán desde un estilo de coaching que ha dejado obsoleto al de “ordeno y mando”. El estilo de liderazgo determina el rendimiento de las empresas, siendo el estilo de coaching el que ofrece el rendimiento más elevado. Produciendo líderes con seguridad en sí mismos que ayudan a otros a construir su conciencia y su responsabilidad en un contexto de globalización, comunicaciones instantáneas, crisis económicas y enormes problemas medioambientales con inminente necesidad de gestión.


Uno de los elementos clave, junto a la responsabilidad, que genera el coaching dentro de las organizaciones es la conciencia en todos los individuos que conforman el sistema. El coach no es un solucionador de problemas, ni un psicólogo, asesor, maestro, instructor o ni siquiera un experto. El coach es una caja de resonancia, un facilitador, un catalizador de conciencia, un apoyo. La conciencia es fruto de la atención, la concentración y la claridad, lo que activa la capacidad de aprendizaje natural e interno. La conciencia en sí capacita, lleva a la habilidad.


El aumento del rendimiento y la productividad, el desarrollo del personal, mejorar las relaciones personales, una mayor implicación de los empleados, mayor satisfacción y posibilidades de retener al personal, líderes más desahogados, mayor capacidad de innovación, mejor uso de las personas y del conocimiento, incremento de la generosidad, la agilidad o  la capacidad de adaptación al cambio, así como una cultura de alto rendimiento, son los principales beneficios que el coaching ofrece a las organizaciones.


Cambiar la cultura de una organización exige un enfoque emocionalmente inteligente que busque congruencia y equilibrio en todos los elementos del “ecosistema” organizativo. Los líderes del futuro necesitan valores y visión, ser ágiles y auténticos, además de estar alineados internamente. Si a todo esto le añadimos la seguridad en uno mismo, la conciencia, la responsabilidad personal y una buena dosis de inteligencia emocional, la receta es verdaderamente potente.



Gran parte de las disfunciones observadas en las organizaciones se deben a la frustración por la falta de sentido, por la ausencia de armonía entre todos los elementos tangibles y no tangibles que las componen. Armonizar todos estos elementos se hace necesario para lograr hoy en día, la supervivencia de los ecosistemas empresariales.


Si nos lo propusiéramos, el futuro del coaching, con el paso del tiempo, debería llegar a provocar su propia desaparición, por haberse convertido en la forma natural en la que nos relacionamos con los demás en el trabajo y en el resto de los entornos. Será entonces y solo entonces, cuando realmente hayamos logrado el objetivo de integrarnos en una prometedora cultura de interdependencia, generadora del más alto rendimiento.

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